Planeación Táctica en las Organizaciones

Imagínese a la entrada de un largo túnel oscuro… para avanzar tranquilamente por el túnel, es mejor saber con qué se va a encontrar durante su recorrido, ¿no? Cuenta con tres recursos: un fósforo, una linterna de corto alcance y un reflector muy potente; cuando prende el fósforo escasamente identifica los obstáculos y características del túnel en los primeros metros del recorrido, no tiene tiempo que perder y muy probablemente termine tropezando a los pocos pasos; si enciende la linterna mejorará el panorama, podrá ver qué le espera y podrá pensar mejor la ruta a seguir para avanzar en este oscuro recorrido; pero cuando activa el potente reflector va a poder ver casi hasta el final del túnel, podrá identificar los potenciales riesgos y plantearse diferentes escenarios si toma la decisión de avanzar por un lado o por otro, optimizar su ruta para avanzar y tomar las mejores decisiones.

Lo mismo pasa con los procesos de planeación en las compañías, nos enfrentamos a un túnel oscuro, en mercados inciertos con entornos competitivos en permanente cambio y con condiciones inesperadas (pandemia, huracanes, inundaciones, protestas sociales, fenómenos políticos) que nos hacen pensar en lo indispensable que es ese «potente reflector» que nos ilumine muchos metros adelante para tener un mejor desempeño y mejores resultados de negocio.

Los fósforos y la linterna de corto alcance son los planes operativos que nos permiten sortear el día a día y salir victoriosos, improvisando, o fracasar en el intento de «apagar los incendios» cotidianos. El reflector más potente que podemos usar en la empresa es la planeación táctica, que involucra al nivel gerencial de la organización y contempla horizontes de planeación de 18 a 24 meses.

Este nivel de planeación le permite a la compañía visualizar y proponer diferentes escenarios que le ayudarán prepararse para enfrentar la incertidumbre y ser flexible ante los cambios en las condiciones del mercado. Contemplar escenarios extremos, que antes eran impensables y ahora se han vuelto factibles, es un ejercicio que se debe hacer mensualmente en la empresa para alinear al equipo de trabajo y mantenerlo atento y disponible para aplicar cambios y flexibilizar las operaciones buscando responder eficientemente a las condiciones del mercado, de la competencia y del entorno.

Metodologías de planeación táctica como S&OP (Sales and Operations Planning o PVO -Planeación de Ventas y Operaciones-) y Planeación Integrada del Negocio (IBP por sus siglas en Inglés) se convierten en este momento en herramientas vitales para las organizaciones, por integrar y coordinar a las áreas de demanda y a las áreas de abastecimiento para responder de forma colaborativa y consensuada a dichas condiciones y escenarios.

Ahora el reto para las organizaciones será adaptar las buenas prácticas a la realidad de la empresa, a la cultura organizacional, a la dinámica del negocio y al día a día de sus colaboradores, encontrando el mejor y más “potente reflector” que le permita ampliar su horizonte de planeación y prepararse para la nueva normalidad.

Por Camilo Gutiérrez en ACTUALIDAD EMPRESARIAL

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